Los escritos sobre arte han existido desde la Antigüedad. Autores como Platón, Plinio o Longino, entre muchos otros, manifestaron sus reflexiones en torno a la creación artística y las obras de arte, valorando aspectos tan variados como su materialidad, su función o su relación con la realidad objetiva.
Ya anteriormente os había recomendado una serie de lecturas breves para acercarse a la Historia del arte, entre las que incluía algunas como La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica de Walter Benjamin o La deshumanización del arte de Ortega y Gasset.
Hoy, sin embargo, quiero centrarme en obras que han supuesto un antes y un después en el desarrollo de la Historia del arte como disciplina y que, de una forma u otra, han influido en la forma en que hoy vemos, estudiamos y valoramos las obras de arte.
Como se suele decir, no están todas las que son, pero sí son todas las que están. Lógicamente, se trata de una breve selección basada en criterios de interés, gusto y preferencia personal.
Espero que la disfrutes. ¡Allá vamos!
Las Vidas, de Giorgio Vasari
Seguro que has escuchado alguna vez eso de que “en el principio era el Verbo” y que “el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros”. Pues bien, cuando hablamos de arte, en el principio era la biografía, y la biografía fue hecha Historia del arte y habitó entre nosotros.
Me explico: antes de que la Historia del arte fuera Historia del arte (es decir, antes del siglo XVIII), numerosos eruditos dedicaron sus plumas a la creación artística y, concretamente, a la vida de sus artífices, configurando una literatura artística basada en vidas de artistas que gozó de gran éxito y que, de alguna manera, ha pervivido hasta la actualidad.
Vasari recuperó esa tendencia en su obra Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos de Cimabue a nuestros tiempos o, como se conoce popularmente, Las Vidas, publicada por primera vez en Florencia en 1550.
Aunque su información no se puede considerar objetiva ni, desde muchos puntos de vista, fiable (décadas de estudios e investigaciones han comprobado la inexactitud, cuando no falsedad, de muchas de sus afirmaciones), la obra contribuyó notablemente a sentar las bases para la concepción de la Historia del arte como una disciplina que estudia la evolución de los artistas y sus obras a lo largo del tiempo y, aún a día de hoy, se sigue considerando una de las obras más influyentes del período.
De Architectura libri decem, de Vitruvio.
Conocido comúnmente como Los diez libros de arquitectura, esta obra del arquitecto romano Vitruvio es el único tratado de arquitectura de la Antigüedad clásica que ha llegado hasta nuestros días y, probablemente, el tratado más influyente de la historia de la arquitectura.
Escrito en el siglo I a.C. y caído en el olvido durante la Edad Media, fue redescubierto por Petrarca y recuperado desde el Renacimiento no solo como referente para la creación artística, particularmente la arquitectónica, sino como modelo teórico. En sus páginas aborda todo tipo de cuestiones, como el origen de los órdenes clásicos, cuestiones técnicas o aspectos funcionales, entre muchas otras.
Su importancia radica en que algunos de los principios enunciados en la obra se han mantenido durante siglos como modelos a partir de los cuáles la Historia del arte ha desarrollado sus paradigmas.
Además, es conocidísimo el dibujo realizado por Leonardo da Vinci en el siglo XVI para ilustrar la edición del tratado.
La Historia del arte en la Antigüedad, de Johann Joachim Winckelmann
Publicada en 1764, la Historia del arte de Winckelmann es reconocida de manera unánime como la obra fundacional de la Historia del arte como disciplina científica.
Uno de sus méritos fue, precisamente, la superación del método biográfico; Winckelmann propuso, en su lugar, el abordaje directo de las obras de arte, para lo cual diseñó un esquema de evolución estilística que tomaba como referencia el arte griego, considerado por el autor el ideal a imitar. De esta manera, estableció un enfoque metodológico basado en el análisis directo y sistemático de las obras de arte y su clasificación en una sucesión de estilos y períodos.
La obra de Winckelmann sufrió una fuerte revisión de la mano del romanticismo y fue finalmente superada de la mano de la historiografía positivista ya en el siglo XIX; sin embargo, su voluntad teórica centrada en las obras de arte y la propuesta de un método sistemático de análisis de las mismas le han permitido ser considerado el padre de la Historia del arte.
Conceptos fundamentales de la Historia del arte, de Heinrich Wölfflin
¿Has estudiado alguna vez períodos artísticos consecutivos a partir de conceptos contrapuestos? Por ejemplo, la unidad del Clasicismo griego frente a la multiplicidad del Helenismo, la importancia de la línea en el Renacimiento frente al color en el Barroco, etc.
Si es así, ¡enhorabuena! Has estudiado a Wölfflin, aunque no lo sepas.
Heinrich Wölfflin fue uno de los historiadores del arte más importantes de la corriente formalista. En su obra Conceptos fundamentales de la Historia del arte, publicada en 1915, definió y contrapuso estética clásica y estética barroca a partir de una serie de conceptos que constituirían los principios básicos de la percepción y, por tanto, de la experiencia estética. Estos conceptos aparecerían en pares contrapuestos y, con su evolución, marcarían el paso de la estética clásica renacentista a la barroca; son los siguientes: lineal/ pictórico, superficial/ profundo, forma cerrada/ forma abierta, múltiple/ unitario y claridad absoluta/ claridad relativa.
Para desarrollar su teoría, Wölfflin se basó en el cambio estético producido en el arte de los siglos XVI y XVII, es decir, en el paso del Renacimiento al Barroco; sin embargo, el impacto de su teoría fue enorme, su categorización se aplicó al estudio del arte de diferentes períodos históricos e, incluso hoy, más de cien años después, sigue impregnando la manera en que se afronta el estudio del arte en niveles preuniversitarios.
Arte y percepción visual, de Rudolf Arnheim
Rudolf Arnheim es conocido por haber sido el primer autor que, de forma sistemática, aplicó los principios de la escuela de la Gestalt a las obras de arte; básicamente, se trataba de establecer una teoría universal de la percepción que ayudara a una mejor comprensión de las producciones artísticas de la humanidad.
En concreto, Arnheim estableció una serie de leyes fundamentales o principios de la percepción relativos a la forma artística que explicarían la forma en que, más allá de la materialidad física de la obra de arte, nuestro cerebro recibe el arte. Ejemplos de esos principios universales son la ley de la simplicidad o tendencia a la simplificación de las estructuras formales que vemos, la ley de la forma consistente, responsable de que “completemos” la forma allí donde es interrumpida, o la ley de la diferenciación, según la cual un rasgo perceptual, en la medida en que no se haya diferenciado, será representado del modo más simple posible, entre otras.
Algunas de sus aseveraciones se han convertido en tópicos interpretativos muy populares, como el sentido ascensional de las formas triangulares de chapiteles y cubiertas.
Estudios sobre iconología, de Erwin Panofsky
Sobre las aportaciones de Panofsky a la teoría del arte y la estética ya os hablé en un artículo anterior, en relación a algunas de sus obras como La perspectiva como forma simbólica, Idea o La Historia del arte como disciplina humanística. En ellas, el famoso iconólogo alemán realizó importantes contribuciones en campos variados como la teoría del arte, la estética o la metodología de las ciencias históricas, entre otros.
Sin embargo, si hay una obra teórica especialmente destacada es sus Estudios sobre iconología. Introducción al estudio del arte del Renacimiento, de 1939. En ella, Panofsky sistematiza su método de análisis de la obra de arte, diferenciando tres niveles temáticos: el primario o natural (análisis formal), el secundario o convencional (análisis iconográfico) y, por último, el significado intrínseco o contenido (análisis iconológico).
Un ejemplo de aplicación del método iconológico a las obras visuales lo constituye su escrito sobre La perspectiva como forma simbólica, en el que analiza la forma en que esta funciona como mecanismo de la representación de los ideales dominantes en cada época histórica y del que os hablé con un poco más de profundidad aquí.
¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?, de Linda Nochlin
Aunque este escrito no es propiamente un libro, sino más bien un artículo a modo de ensayo, no podía obviar la importancia de una obra que, a pesar de su brevedad, da inicio a uno de los momentos más relevantes de la Historia del arte de las últimas décadas. Tanto es así que ha supuesto un punto de inflexión en el estudio de las producciones artísticas mediante un cambio de paradigma que implica la revisión de la totalidad de la disciplina.
Linda Nochlin es la madre de la historiografía del arte feminista. A lo largo de su carrera desarrolló una importante producción, en la que destacaron sus estudios sobre mujeres artistas y arte del siglo XIX con perspectiva de género.
Recordad que en este artículo os dejé un enlace desde el que podéis acceder al ensayo de Nochlin de manera gratuita y más información sobre esta autora clave.
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