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  • Foto del escritorLucía Montejo

Las pintoras de la Prehistoria

La recuperación y puesta en valor del papel que las mujeres han desempeñado en la creación artística ha sido una constante académica en las últimas décadas. Sin embargo, todavía es relativamente común que la visibilidad de las mismas se restrinja casi exclusivamente a los últimos siglos. Así, durante los últimos años, se han popularizado figuras como Sofonisba Anguissola o Artemisia Gentilleschi, mientras que los nombres de aquellas creadoras anteriores a la Edad Moderna siguen siendo desconocidos no solo para el gran público, sino incluso para quienes estudian Historia del arte.


Que el imaginario colectivo acerca de la gran creación artística deposita únicamente en los hombres la posibilidad de autoría es un hecho fácilmente rastreable en la forma en que pensamos y nos presentan las grandes obras de la humanidad, entre ellas las pinturas rupestres. Los museos y los libros siguen mostrando a hombres prehistóricos pintando las paredes y techos de las cuevas: ni rastro de las mujeres. Sin embargo, hoy sabemos que las mujeres participaron de la elaboración de dichas pinturas, consideradas el ejemplo más antiguo del arte pictórico de la especie humana.


Pero, ¿cómo lo sabemos? Vayamos por partes.


El ratio digital o índice de John T. Manning

Aunque ya en el siglo XIX algunos investigadores habían apuntado a un dimorfismo sexual o diferencia entre hombres y mujeres en la relación de la longitud de los dedos de la mano, no fue hasta finales del siglo XX, concretamente en 1998, cuando el biólogo evolutivo de la universidad galesa de Swansea John T. Manning y su equipo aportaron datos concluyentes sobre la misma y su relación con la exposición del feto a hormonas sexuales durante la gestación. En resumen, el estudio demostró que hay una relación en la medida de los dedos de la mano que es común a toda la especie humana pero que difiere entre hombres y mujeres.


La aplicación al estudio de las pinturas paleolíticas

Arte paleolítico, manos impresas, Borneo
El árbol de la vida, en el abrigo Gua Tewet

En lo que se refiere a la investigación en torno a las pinturas rupestres, del estudio de Manning se deriva una consecuencia lógica: si asumimos que las huellas de las manos que aparecen en las cuevas pertenecían a las personas que realizaron las pinturas y, por otra parte, sabemos que la relación entre el tamaño de los dedos de la mano es diferente entre hombres y mujeres, podemos definir la autoría masculina o femenina de las mismas a partir de su medición.


Eso fue lo que hicieron dos investigadores vinculados al CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia): el arqueólogo Jean-Michel Chazine y el informático e historiador especializado en Prehistoria Arnaud Noury aplicaron esta premisa desarrollando un software denominado Kalimain mediante el cual analizaron el panel formado por manos impresas en negativo en la cueva de Gua Ham Masri II, en Indonesia. Los resultados fueron sorprendentes: las manos habían sido realizadas por hombres y mujeres que, además, en el momento de su realización, se encontraban en zonas separadas y claramente definidas.


El mismo programa se aplicó al estudio de la gruta Cosquer, la cueva submarina cercana a Marsella, donde los resultados fueron similares, arrojando una mayoría de manos de autoría femenina.


Mujeres artistas en la Prehistoria, estudio de manos
Identidad sexual de artistas en Gua Masri II. Imagen: Chazine

Dean Snow y la hipótesis del 75%

Siguiendo la estela de los estudios llevados a cabo en Francia, el arqueólogo estadounidense Dean Snow aplicó el método en 32 manos negativas distribuidas en 8 cuevas españolas y francesas, entre ellas El Castillo, obteniendo como resultado que la autoría de 24 de ellas, es decir, el 75%, sería atribuible a mujeres.

Cueva manos, arte rupestre
Panel en la Cueva de las manos, Patagonia

A partir de ellos, Snow sostiene que dicho porcentaje podría extenderse a la totalidad de las obras parietales, atribuyendo así a las mujeres el liderazgo de la creación artística paleolítica y vinculando las representaciones de animales a labores que, según la premisa de la división sexual del trabajo aceptada por el autor, serían propias de las mujeres del grupo, como el despiece de las presas (en contraposición a la comúnmente aceptada que las vincula a la caza).


En este sentido destaca la aportación de Dave Whitley que, en oposición a Snow, confiere a dichas representaciones faunísticas un simbolismo chamánico, en la línea de David Lewis-Williams y Jean Clottes, pero abriendo la vía a que los chamanes de la Prehistoria fueran, en realidad, chamanas.


Se trata, esta última de Snow y Whitley, de una hipótesis ciertamente llamativa, si bien a día de hoy los estudios son escasos para poder afirmar con seguridad que una mayoría aplastante de las pinturas rupestres son obras de mujeres. En cualquier caso, los datos aportados por Chazine y Noury son concluyentes: las mujeres participaron de la creación artística durante la Prehistoria.

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